Cuando, dentro de unos años, se escriba la historia del vino de Jerez habrá un par de nombres que tendrán que destacar porque han hecho todo lo posible por sacar adelante a este estilo de vinos, sacarlos del olvido, darles la importancia que se merecen y resucitar a toda una industria que estaba sobreviviendo como buenamente podía.
Hace unos años, a principios de siglo, el Jerez era un vino que intentaba salir adelante después de años de olvido y desprestigio. Afortunadamente aún quedaban grandes bodegas y los vinos seguían siendo grandes, como siempre lo fueron, a unos precios que hacían que el público ni los considerara, eran tan baratos que se pensaba que no podía haber calidad. Y lo había, nos lo empezaron a enseñar un montón de gente, empezaron a darles las máximas puntuaciones en las catas frente a otros vinos, hablaban de perfección en vinos de menos de 6 euros, satisfacción plena.
En esa época tuve la fortuna de conocer a la esencia del equipo Navazos, Eduardo Ojeda en aquel entonces de Valdespino y con el que pudimos hacer la mejor cena que jamás se pueda recordar solamente con vinos de Jerez y la cocina de Juan Mª Humada, se llamó la Valdespinada. Nos presentó otra de las patas del equipo, Jesús Barquín, profesor universitario que lleva vino de Jerez en sus venas en lugar de sangre. Ambos (otros les ayudaron y les empujaron) andaban entre botas olvidadas dándose cuenta de las joyas que había, botas que sólo los capataces conocían y, como no podía ser de otra manera, fueron catando y pensando que aquello había que darlo a conocer. Lo primero que embotellaron en el año 2005 fue un Amontillado y se acordaron de Edgar Allan Poe y lo llamaron la Bota de Amontillado que sólo distribuían entre amigos y conocidos (la única botella vacía que guardo es esa). Desde entonces cada año pueden sacar dos o tres nuevas versiones de la La Bota de...y, afortunadamente, ya se han metido en el mundo comercial y se pueden encontrar algunas botellas en tiendas especializadas.
La Bota 71 de Manzanilla es la octava manzanilla que sacan, es de la bodega Hijos de Rainera Pérez Marín apartadas y guardadas por Eduardo. Es, sobre todo, una manzanilla para entender la pausa, la calma y la reflexión porque se bebe despacio, disfrutando. Pero como hablamos de Sanlúcar pues no está mal encajar unas gambas, unos fritos, una papas aliñás entre la reflexión. Es una compañía perfecta para tomar con amigos que sepan disfrutar la vida. 5000 botellas así que hay que buscarlo en torno a los 25 euros.