La salsa velouté tiene como base lo que en la alta cocina se conoce como fondo blanco (caldo de pollo) o fumet (caldo de pescado). Para la elaboración de la salsa se necesitan pocos ingredientes: caldo de pescado, ternera o pollo, leche, mantequilla y harina.
La salsa velouté es la base de otras salsas muy utilizadas en diferentes cocinas europeas
El primer paso para conseguir esta salsa es realizar el roux, es decir, una mezcla compuesta de harina y mantequilla. La masa obtenida, dependiendo del nivel del tostado de la mantequilla se podrá obtener rouxbancas, rubias u oscuras. El color clásico de la salsa velouté es el blanco, por lo que lo ideal es conseguir que quede rubia o blanca.
Al igual que en el proceso de elaboración de la bechamel, el caldo se va añadiendo poco a poco a la masa e ir logrando una velouté más líquida, no tanto como la bechamel, se deja aproximadamente 10 minutos y la salsa está lista. No obstante, todo depende del cocinero y del proceso final que quiera lograr.
La salsa velouté visualmente se parece mucho a la bechamel o a la salsa española. La mayor diferencia entre estas dos salsas y la francesa es que podemos dejarla más o menos líquida a placer y el resultado sigue estando bueno.
La familia velouté
Las salsas velouté no suelen utilizarse como salsas directamente, sino que por lo general se suelen utilizar para la elaboración de más salsas. Algunas de las salsas derivadas de la velouté más famosas son la salsa alemana, la salsa suprema o la salsa de vino blanco. A cada una de estas salsas se le añaden nuevos ingredientes.
Para conseguir la famosa salsa alemana, solo hay que añadir a la velouté una liga de nata y yema de huevo y unas gotas de limón. Para la salsa suprema, necesitaremos nata, mantequilla y unas gotas de limón. Y finalmente, para la conseguir una salsa de vino banco solo hay que añadir nata, mantequilla, unas gotas de limón y, por supuesto, vino banco.