Pero ¿no quedamos que en Rías Baixas se hacen blancos? Pues va a ser que no sólo se hacen blancos y va a ser gracias a bodegas como Zárate. Siglos les contemplan (la historia arranca en 1707) así que saben que las variedades tintas que están la finca son autóctonas, de cuando había mucha uva tinta que se fue sustituyendo por la blanca porque era más fácil de cuidar y se recogía durante una época en la que había menos trabajo en el campo y eso facilitaba mucho las cosas a las familias que vivían de la subsistencia.
La bodega Zárate está situada en el Valle de Salnés, esa zona donde se dice que nació la variedad albariño (Meaño, el pueblo de la bodega, es el epicentro) y de donde salen algunos de los mejores albariños, es una zona a donde llega el aire del Atlántico y trata a los viñedos con ese carácter riguroso y serio, les hace sacar lo mejor de la tierra para trasladarlo a cada vino que se hace. Pero aquí hemos venido a hablar de tintos.
Y nos encontramos con la Espadeiro. ¿No quedamos que es una la variedad que complementa a otras? Es de esas que añade características pero que por sí sola no podría hacer nada bueno. Afortunadamente la bodega va de la mano de Eulogio Pomares Zárate no sólo un gran enólogo que sabe que cuidando el viñedo como se merece pueden salir los mejores vinos, sino que se divierte con el vino, le gusta, disfruta catando y sabe de qué va el mundo del vino. Así que me puedo imaginar que para cuando ha decidido hacer un vino monovarietal con lo que parecía imposible es porque sabe que es algo único.
Así es este vino, de color ligero pero que te agarra desde el primer sorbo, primero porque es diferente, porque la fruta es ligera es más de bosques, de mentolados (¿eucalipto?) y más de pimientas. Con una acidez que le aporta carácter y que sabes que hará de él un gran vino. 12 meses de barrica han hecho que todo esté perfectamente ensamblado, no se escapa ningún detalle del vino lo tienes en cada copa y una frescura final que parece que te ha llegado un soplo del Atlántico. 26 euros.