Un caserio familiar enclavado en la pequeña población de Oiartzun es el símbolo de la filosofía que hay detrás de Zuberoa. Hilario Arbelaitz observaba, en ese mismo caserío, a su abuela y a su madre transmitir sentimientos a través de la cocina y eso es lo que él hace hoy en día. El restaurante Zuberoa no necesita vivir otras cocinas, no necesita más influencias que las de su caserío y su tierra, tiene una filosofía propia que nace de lo que aprendió y de lo que a él le gusta.
En Zuberoa se vive la cocina familiar de forma actual
Con la cocina de Hilario Arbelaitz vuelven a tomar sentido palabras que se habían olvidado. Untuosidad, sabor intenso, cocina familiar y, sobre todo, tradición. Pero que nadie se confunda, su cocina es, al mismo tiempo moderna porque está puesta al día, Hilario es un cocinero que sabe absorber de lo que le gusta, quiere que el comensal viva la experiencia familiar de una manera actual y lo consigue con cada plato que presenta. Platos que pueden sonar a tradicionales renacen gracias a la manera en que están hechos y gracias a algún toque especial que los convierte en emblemáticos. La cigala asada lleva una gelée de jengibre y ravioli de su propia coral. Las ostras “Gillardeau” a la plancha llevan una espuma de su propia agua. La paloma asada al romero con su tosta de higaditos lleva una berza trufada o los clásicos morros (y callos) de ternera llevan un puré de patatas exquisito. Otros ejemplos son las tartas tanto la de manzana que se hace con una base muy fina o la de queso, que es imprescindible cuando hay, se hace con tres quesos diferentes, conserva el sabor de cada uno. Sin lugar a dudas Hilario es quien mejor transmite el concepto de la cocina familiar puesta al día y quien mejor sabe llevarlo al comedor.
Platos que pueden sonar a tradicionales renacen gracias a algún toque especial que los convierte en emblemáticos
La sala es otro de los elementos que le dan forma a la filosofía del restaurante Zuberoa. Llevada con precisión y saber hacer por el hermano Eusebio y su mujer Arantxa. Los comedores son acogedores como si fueras un invitado más que un cliente y la atención es lo que uno espera en un local de esta categoría, familiar y al mismo tiempo sobrio, serio y al mismo tiempo cómodo. La carta de vinos es muy extensa e incluye algunas de las grandes marcas tanto nacionales como internacionales.