A los que nos gusta esto del vino nos gustan las cooperativas que un día deciden dar el paso hacia la marca, cooperativas que tienen gente seria detrás y que creen que el volumen no es la solución para que las cooperativas salgan adelante, apuestan por la calidad del vino y ganamos todos.
Porque las cooperativas, como esta de Sant Josep de la localidad tarraconense de Bot, nacen cuando se reunen agricultores para intentar no perder dinero con su producción, cuando se dan cuenta de que el volumen, la cantidad de litros de mosto, les da más dinero y menos trabajo que estar a solas. Pero de unos años a esta parte se vive un momento diferente, el mercado tiene otras perspectivas, la marca es importante y las cooperativas introducen el concepto de la calidad a través de sus responsables, que en este caso son Josep Sabaté, Joaquim Aguiló i Jaume Martí
Esto es la Terra Alta, esa zona de Tarragona de la que se habla poco pero que es capaz de hacer algunos de los mejores vinos del país. Y llega la garnacha blanca. ¿Existe una uva blanca más perfecta? Esta es una uva que, si no nació en esa tierra, es como si lo hubiera hecho, porque se ha asentado como si no existiera otra. Y llega la cooperativa de Bot y crea la marca Llágrimes de Tardor con un vino blanco que es el resumen perfecto de cooperativa/marca/garnacha/calidad. Todo se encuentra en la botella de este vino.
Y ¿qué tiene este vino? Todo lo que tiene que tener un vino blanco de calidad con algo de barrica y con años de botella que le da la madurez necesaria para disfrutar. Melosidad, cítricos, mineralidad, flores del campo, seducción, pasión por los viñedos y mucho corazón. Y todo eso por debajo de los 10 euros. Merece la pena.