Hooola. Me llamo Viña Pomal y soy un joven blanco, muy bien preparado y convencido de haber nacido para gustar. Soy un poco raro. Blanco entre tanto tinto que hay en mi familia, joven y fresco entre tanta reserva y crianza. Pero me han hecho así me imagino que porque mi padre, Diego Pinilla, quiere descubrir todo lo que pude dar de sí la tempranillo blanco, esa uva que parece que hubo desde siempre, que parece que han descubierto hace poco una serie de bodegas y enólogos y se han dado cuenta de que es de esas uvas con posibilidades.
¿Y qué aporto a esta familia? Frescura. Son tan serios todos que parece que no cabía alguien como yo. Soy divertido en las reuniones, estoy para romper el hielo, al principio de las comidas, luego me mandan a la cama cuando salen los otros vinos de la familia. Pero aporto fruta fresca y mucha mineralidad, y eso gusta. Y por lo que oigo cuando me marcho, soy un tipo equilibrado y la gente se queda con mi recuerdo durante un tiempo largo. Les tengo atrapados con mis seis meses de barrica.
En la familia tampoco se han roto la cabeza con mi nombre. Como están orgullosos del rancio abolengo que da estar en una familia con más de 100 años de historia, me han puesto Viña Pomal Tempranillo blanco 2013, para que se sepa que vengo de una de las mejores familias de la Rioja. Eso sí, estoy entre los “Vinos Singulares” de la familia. Eso me hace especial.